Texto y fotos: Enrique Marco
Es un placer reunirse con verdaderos entusiastas de sus mimados automóviles como los miembros del Opel Manta Club Spain, un club con varias decenas de socios que en zonas como Zaragoza, Barcelona o Asturias cuentan con nutridos y activos grupos. Para la elaboración de este reportaje tuvimos la suerte de contar con la ayuda de Javier, Ismael, Raúl y Javier, quienes acudieron a la cita con sus impolutos Manta en sus tres versiones que se popularizaron en nuestro mercado: GTE, i200 y GSi. A través de sus historias y de sus ejemplares, los cual podéis ver en estas imágenes, vamos a conocer un poco más sobre la historia de este modelo, lo que significó en su momento y lo que es hoy día como pieza de colección; porque es evidente que el Manta es ya un clásico con mayúsculas, como además lo demuestran sus cotizaciones cada vez más elevadas (entre 7.000 y 15.000 euros). Y es que, cuando el sustituto -como en este caso el Calibra- ya empieza a considerase coleccionable, lógicamente el predecesor se convierte en pieza de interés sin ningún tipo de dudas.
A finales de 1982 Opel apostaba fuerte por España. No es baladí que en aquel momento el líder de la automoción mundial, General Motors, instalase su moderna y gigantesca factoría en Figueruelas (Zaragoza) para construir el pequeño Corsa, con el cual conquistar el segmento europeo de los utilitarios. En ese momento, además del “producto nacional” bautizado como Corsa, la firma del rayo contaba en su listado con un compacto como el Kadett, una berlina media como el Ascona, otra del segmento medio-alto como el Rekord y una tercera de representación como el Senator, además de un elegante coupe de altos vuelos: el Monza. Junto a los seis modelos antes descritos, la llegada de un coupé más ligero, deportivo y económico que el Monza, como es esta generación del Manta (“B2”), suponía para Opel contar con una de las ofertas más completas de nuestro mercado, con nada menos que 7 modelos; sin duda una enorme variedad para la época, con una gama significativamente más extensa que la de rivales como Ford, Peugeot o Volkswagen; justamente al contrario de lo que sucede hoy día, cuando Opel, ya dentro del Grupo PSA, no dispone de tantas opciones.
En cuanto al segmento en el que se posicionaba el Manta, Alfa Romeo era quizá la referencia con el GTV (2.0 de 130 CV y 2.5 V6 de 160 CV), Audi significaba “la opción cara” con el Coupe GT, Ford llegaría poco después con su nuevo Capri en variantes 2.0 y 2.8, mientras que el Renault Fuego –de tracción delantera- era la opción más cercana en precio, con un 2.0 de 110 CV por 1.465.000 pts. Vistos sus rivales más directos, no es de extrañar que el nuevo Opel Manta tuviese éxito, pues con el precio más económico del lote (1.346.000 pts) ofrecía una sugestiva carrocería, un notable comportamiento dinámico y unas prestaciones bastate respetables.
Realmente el Manta B2 se llama “B2” y no “C” porque no se trataba de una nueva generación, ya que partía de la misma base. Hoy día, tanto Opel como otras marcas en algunas ocasiones “nos la cuelan” hablando de nueva generación al catalogar nuevos lanzamientos, con la idea que desde el punto de vista del marketing van a vender más. En aquella época, y en este caso del Manta, fueron más honestos y no trataron de intentar vendernos que era un modelo totalmente nuevo, pues ese paso se dio en 1975, cuando el Manta B1 creció tanto en distancia entre ejes como en medidas exteriores, pasando de 2,43 a 2,52 metros de batalla, y de 4,43 a 4,44 metros de longitud. Ahora bien, aunque el rasgo estético principal de sus grupos ópticos delanteros rectangulares y una tanto “salidos” se mantuvo en el paso del B1 al B2 (en el Manta A original eran doble faro redondo), lo cierto los paragolpes de plástico en el color de la carrocería, las nuevas tomas de aire, el alerón posterior, las llantas diferentes y el interior rediseñado entre otras cosas le hacían parecer un nuevo coche.
A España el Manta B2 llegó a finales de 1982 con una única versión GT/E, como el modelo rojo que podéis ver en la imágenes (de hecho esta unidad es una de las primeras matriculadas). Con un precio inferior al de sus rivales antes mencionados, una bella y llamativa línea repleta de apéndices aerodinámicos y con cierta inspiración “racing”, un interior sencillo pero con unos impecables asientos Recaro tapizados con una tela de cuadros escoceses, y unas prestaciones que le permitían acercarse a los 200 km/h de velocidad punta, está claro que este modelo logró reunir los ingredientes necesarios para convertirse en un objeto de deseo, no al alcance de todos, pero sí posible para la cada vez más numerosa clase acomodada. Su contenido peso de poco más de mil kilos combinado con el elástico motor de 110 CV de potencia y unos buenos 162 Nm de par desde sólo 3.400 rpm, y junto al sistema de propulsión trasera en una concepción de eje rígido trasero, hacían de este Manta un verdadero juguete con el que disfrutar de lo lindo en sinuosas carreteras de montaña. Un poco delicado si el conductor carecía de experiencia y pecaba de optimista en sus trazadas, sobre todo en determinados tipo de firmes irregulares o resbaladizos, pero con una trabajada puesta a punto de las suspensiones que permitía, además de buena estabilidad, un gran confort de viaje. Además bajo la tapa del maletero albergaba un buen espacio para todo el equipaje de los ocupantes, mejor cuatro que dos, ya que las plazas traseras son reales y cierto es que caben dos adultos, pero con ciertas dificultades.
Tras el éxito en nuestro mercado de este Opel Manta GT/E llegó la versión i200. Si bien en aquella época las letras “i” acostumbraban a significar inyección, no era así en este caso, ya que desde el GT/E el sistema de alimentación era una inyección electrónica L-Jetronic. En el caso del Manta i200 venía con “i” de Irmscher, la firma que realizaba las preparaciones deportivas fundada por Günther Irmscher y que pocos años después instalaría su sede también en los alrededores de Zaragoza. En 1984, año al que pertenece la unidad blanca que podéis ver en las fotos, el i200 constaba 2,1 millones de pesetas, unas 400.000 pesetas más que el GT/E. Seguía costando menos que los Alfa GTV 2.0 y Audi Coupé GT, pero bastante más que el Renault Fuego y que el Ford Capri 2.0 S. Ahora bien, la acogida de esta versión deportiva y preparada por Irmscher fue igualmente buena, ya que al notorio alerón trasero de goma y los vinilos identificativos se unían a un interior con asientos de tapicería negra especial que incluía el logo de la marca y un volante deportivo; pero en la parte mecánica nos encontramos con más cambios. Para empezar 15 CV más para llegar hasta los 125 CV, eso sí, a costa de un árbol de levas más cruzado que le mermaba algo la respuesta en bajos (el par motor se logra en este caso 1.300 rpm más arriba que en el GT/E).
GSI
Un año después, en 1985, Opel comenzaba a utilizar las siglas que tantas satisfacciones le darían después en otros modelos: GSi. Era una forma “marketiniana” de rejuvenecer el ya veterano Manta GT/E, cuya generación “B” contaba ya con diez años de vida. En nuestro mercado el Opel Manta GSi apenas subía el precio hasta los 1,8 millones de pesetas, lo cual le permitía seguir siendo muy competitivo. Apenas cambiaba respecto al modelo del cual derivaba, ni mecánicamente, ni estéticamente, si bien presentaba una nueva paleta de colores y los asientos Recaro los tapizaba ahora de forma más discreta y con la inscripción “GSi”. Con ello le bastaría para permanecer en nuestras listas de precios hasta 1988, año al que pertenece el Manta GSi de nuestro reportaje, una de las últimas unidades matriculadas en España. Sí hubo más versiones exclusivas de estos Manta B2 comercializadas en España, como el mítico Manta 400 que sirvió de base para los bólidos del Grupo B de rallys y salió en la configuración de calle con el motor de 2,4 litros y 144 CV, los i200, i280, i300 y GSi Exclusive, con diversos extras como kits aerodinámicos para ensanchar la carrocería, kits “bifaro”, asientos de diseño más llamativos, techo solar, o diferencial trasero autoblocante.
En nuestra sesión de pruebas y fotos reunimos a estos tres Manta que podéis ver en las imágenes, procedentes todos ellos de integrantes del Opel Club Manta Spain, y bien conocedores todos ellos de sus interesantes máquinas. Comenzando por el “más joven”, el Manta GSi, que hoy sólo tiene 35 añitos, es el único que muestra algo que le diferencia respecto a cómo venía de origen. Se trata de unas llantas ATS de 15 pulgadas sobre las que monta neumáticos 205/55 R15 que su actual propietario, Ismael, instaló básicamente por estética. Tuvo la suerte de encontrarlo en Madrid hace ahora unos cuatro años en este estado tan adecuado, y con un bajo kilometraje de 84.000 kms. Además de las llantas también instaló unos amortiguadores Bilstein, si bien motor, interiores y carrocería se conservan como el primer día. El más antiguo, el GT/E, que data de 1982, lo compró nuestro amigo Javier a su primer propietario hace unos 17 años. Tuvo que reparar el motor y pintarlo, conservando todo original salvo, obviamente, piezas de desgaste como los amortiguadores (lleva unos Selex). Es por tanto el segundo propietario, y como uno de los miembros más activos del club, ha recorrido muchos kilómetros con él disfrutando de su afición por los clásicos. Al volante de este GT/E percibimos perfectamente la esencia del Manta: conducción agradable tanto por su pisada y guiado de la dirección, respuesta del motor, puesta a punto de la suspensión y empuje notable desde bajos regímenes; como por el extraordinario acomodo al volante que prestan los magníficos asientos Recaro.
Más curiosa es la historia del i200 de Raúl, quien preside este club de entusiastas del Manta, ya que recuperó el modelo que veis en las fotos tras unos 15 años de abandono. Lo estuvo viendo, y deseando, un largo tiempo hasta que, por fin, hace unos 8 años se hizo con él y lo devolvió a la vida. Únicamente tuvo que pintarlo y ponerlo a punto, y como se puede ver se conserva totalmente original y su odómetro no llega ni a los 100.000 km. Viajando en él se percibe un sonido más agresivo que en el GT/E y una personalidad más deportiva. No se llevan mucho por prestaciones, pero el carácter sí se nota más radical en este i200 que en los GT/E y GSi.
Hoy día el Manta como clásico
Al volante de estos Manta percibimos una adecuada posición de conducción que se ve rematada por lo bien que recogen el cuerpo sus asientos Recaro. Uno se siete muy cómodo sentado en ellos, y tanto la dirección como el cambio se manejan con facilidad. La pisada es firme, pero sin resultar demasiado seca, y en general transmite confianza y precisión. Eso sí, sus propietarios, quien más conocen sus reacciones, nos avisaron que, en caso de circular muy alegre y en determinados firmes, la zaga nos podría dar un susto. En cuanto a su motor, decir que proporciona una respuesta notable en cualquier rango de revoluciones, de modo que permite mover al Manta con bastante agilidad. No es un portento de prestaciones (para ello hubiese requerido la siguiente y fabulosa evolución mecánica 2.0 GSi 16v que montó el Kadett), pero si no pretendemos ir batiendo marcas la verdad es que nos puede bridar una conducción muy agradable con la que disfrutar al volante; además de rodar sin el mínimo problema a velocidades de crucero actuales y con unas más que aceptables garantías de seguridad y comodidad. Es un coche fiable, bonito, y su cotización no ha hecho más que crecer en los últimos años (como por suerte o por desgracia ha sucedido con muchos otros modelos). Mientras que hace unos 10 años era fácil encontrar “Mantas” por unos 4.000 o 5.000 euros; hoy día los GT/E y GSi parten de unos 7.000 € y en el caso de los i200 no es extraño que alcancen los 15.000 €. Dinero al margen, si encuentras un Manta en buen estado, te gusta y puedes, cómpralo, pues es un pedazo de la historia de Opel, se trata de un modelo nacido hace nada menos que 50 años, y para su uso hoy resulta rápido, cómodo y muy utilizable tanto para participar en excursiones o rallys de clásicos como para viajes esporádicos. Además, con un buen grupo de amigos como los del Opel Manta Club Spain, encontrarás con quien compartir historias y vivir aventuras.